La pera es una de mis frutas favoritas, en todas sus variedades. Es curioso pues podemos encontrar peras de invierno o verano, según su requerimiento de frío para madurar, pero con diferencia mi variedad de pera predilecta es la pera conferencia, que justamente encontramos en estos meses más de frío, entre otoño e invierno. Las peras de invierno se conservan mucho mejor las de verano y por eso suelen ser más jugosas y sabrosas. Esta fruta es muy versátil y ya puede comerse tal cual como en platos, postres, mermeladas, compotas,…
Hoy concretamente nos animamos con una tarta de peras especiada y con un sabor intenso, gracias al jengibre y al limón que le dan un toque fresco y delicioso. Es relativamente fácil de preparar si tenemos paciencia con la masa. No es nada complejo, no os asustéis, de hecho es una masa muy fácil pero que requiere algo de dedicación. De ahí la dificultad «media» de la receta. ¡Pero nada de miedo!
La base de esta tarta es una masa sablé, parecida a la masa quebrada, pero que no lleva líquido en su elaboración. Es una masa muy sencilla e ideal para tartas dulces, ya que es una base que aguanta muy bien los rellenos. Veréis que es una masa que se trabaja poco, ya que de hecho queremos tener restos de mantequilla sin integrar para que durante el horneado se derrita y nos ayude a tener una base crujiente y ligera.
Si no tenéis tiempo o no os animáis a hacer la masa, no pasa nada, podéis usar una comprada. ¡Pero sí o sí debéis probar esta delicia de tarta!
Tiempo total: 60 min + tiempo enfriado de la masa (1h aproximadamente)
Raciones: 1 molde 26 cm o 24 cm
Dificultad: Media
Ingredientes masa sablé:
- 200 gr harina de trigo
- 125 gr mantequilla fría
- 80 gr azúcar blanco o panela
- 1 huevo
- 1 pizca sal
- 1/2 cdita jengibre en polvo
- Ralladura de 1 limón
Ingredientes relleno:
- 1 o 2 peras (dependiendo del tamaño), jugosas pero no demasiado maduras para que no se nos deshagan durante el horneado. Os recomiendo las peras conferencia, pero podéis utilizar la variedad que más os guste.
- 3 huevos L (o 4 M)
- 200 ml nata para montar
- 125 gr panela
- 1 cdita jengibre en polvo
- 1 cdita canela
- Zumo de 1 limón
Elaboración:
Paso 1:
Empezaremos preparando la masa sablé, la base de la tarta. La elaboración es parecida a la de la masa quebrada, que podéis ver en esta receta de quiche, pues en un bol grande pondremos la harina junto al azúcar o panela, la sal, el jengibre y la ralladura del limón. Lo mezclaremos todo bien con una cuchara o espátula y luego le añadiremos la mantequilla bien fría cortada a cubitos. Mezclaremos con las manos, como chafando, hasta obtener unas migas de masa gruesas, como arenoso pero grueso, y en las que queda harina y mantequilla por integrarse. También podemos hacerlo con un robot unos minutos y a media velocidad. En este punto, agregaremos el huevo previamente batido y seguiremos mezclando con las manos, como si amasáramos pero sin fuerza, hasta conseguir una masa consistente pero poco trabajada. Lo ideal es ver trocitos de mantequilla, ya que nos ayudará durante el horneado a darle crujiente a la masa.
Después haremos una bola y la envolveremos en papel film. La llevaremos a la nevera alrededor de 1 hora o el tiempo necesario para que endurezca ligeramente y la podamos estirar bien.
Paso 2:
Pasado el tiempo de reposo de la masa, la sacaremos de la nevera, la dejaremos atemperar unos minutos y la colocaremos sobre un papel vegetal o de horno previamente enharinado ligeramente. Con la ayuda de un rodillo la estiraremos de forma circular hasta conseguir un diámetro algo más grande que el molde en el que la vayamos a hornear, dejándola con un grosor de máximo 1 cm. Un consejo que os doy es que antes de estirarla, cuando aún tengamos la bola, la chafemos con las manos hasta allanarla lo más posible, así de esta forma nos será mucho más fácil estirarla.
Paso 3:
Una vez estirada, colocaremos el molde encima de la masa y le daremos la vuelta, de manera que no tengamos que manejar mucho la masa con las manos. La centraremos y con cuidado la iremos acomodando en el molde, asegurándonos de presionar ligeramente la base y los bordes para que quede bien adherida al molde. Retiraremos el sobrante con un cuchillo, pues tiene que quedar hasta el borde del molde, sin sobresalir. Si en algún punto nos ha quedado alguna grieta o hueco sin cubrir, agregaremos masa del recorte y presionaremos para “tapar” el “desperfecto”.
Paso 4:
Cubriremos toda la superficie con papel de aluminio o papel vegetal y verteremos abundantes legumbres para generar peso sobre la masa y evitar que suba durante el horneado. Una vez hecho este paso, hornearemos la masa, con el horno pre-calentado a 180ºC, durante 10 o 12 min. Retiraremos la masa del horno y dejaremos enfriar unos 10 min antes de quitar las legumbres y papel de aluminio.
Paso 5:
Mientras enfría la masa, prepararemos el relleno. Primero de todo tendremos que macerar las peras. Para ello pelaremos primero 1, para ver si tenemos suficiente, la descorazonaremos y la cortaremos en gajos. Después laminaremos cada gajo en finas láminas que cubrirán toda la superficie, como en la clásica tarta de manzana. Las pondremos en un bol o plato hondo y las bañaremos con el zumo del limón. Las dejaremos así alrededor de 15 min.
Paso 6:
Mientras prepararemos el resto de ingredientes. Para ello, en un bol grande, batiremos los huevos y luego le agregaremos la nata y removeremos bien hasta integrar. Seguiremos añadiendo la panela, el jengibre y la canela. Removeremos enérgicamente hasta que se disuelva la panela y verteremos sobre la base sablé ya reposada tras el primer horneado. Por encima colocaremos la pera de forma que nos queden uniformemente distribuidos en la tarta y con un dibujo bonito. Espolvorearemos un poco de panela por encima para que se dore y derrita en el horno y lo cocinaremos a 180ºC durante unos 30 o 40 min. El tiempo de horneado puede variar según el horno, lo importante es que veamos que queda cuajada, pero sin pasarnos para que no quede seca. Buscamos una tarta de base crujiente y relleno jugoso y tierno.
Paso 7:
Cuando la saquemos del horno, la llevaremos a una rejilla a enfriar, dentro del mismo molde. Cuando esté completamente fría, la podemos decorar con un poco de azúcar glas espolvoreado, ¡le da un toque increíble!
De todas formas, esta es una tarta que puede comerse templada, incluso puede acompañarse de una bola de helado bien fría, para contrastar con el tibio de la tarta, ¡irresistible!
Es una tarta muy versátil y que podéis hacer con otras frutas. La reina ya sabemos que es la manzana, pero podéis innovar con otras frutas como mango o melocotón. ¿Con cuál os animaréis?
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